Las instituciones dedicadas a la enseñanza presumen de un capital simbólico ético donde la igualdad y la justicia son materia del hacer universitario. Sin embargo, la realidad es que estos supuestos saberes ilustrados están orquestados para ocultar y naturalizar las manifestaciones de violencia contra las mujeres, las disidencias sexogenéricas, las personas discapacitadas, las neurodivergencias y todxs aquellos que no casan con la norma. Con la bandera de la universalidad, dichos espacios funcionan mediante un orden político patriarcal que se erige a partir de un mandato de masculinidad en donde las jerarquías y las relaciones de poder están a la orden del día. 

El Intituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) replica y perfecciona el orden jerárquico Estatal, su biopoder, su necropolítica. Entre 2018 y 2020, seis estudiantes del ITAM decidieron suicidarse ante el imposible escenario académico que plantea una escuela que se jacta de prepararte bajo presión para que puedas enfrentar la vida laboral sin problemas y que considera al mercado y al capital como grandes benefactores, y a la estadística y la historia económica como pura potencia de vida.

Seis vidas, cientos de denuncias de acoso y violencias enraizadas en las prácticas de socialización parecen no importar. La numeralia que prevalece en el ITAM es el PIB anual, el crecimiento de la inflación y el volumen de las exportaciones.

Durante los diez minutos que estuve ahí parada acontecieron muchas cosas, la más notable: pasó un camión de SuKarne, marca que enuncia en su slogan: “Es más fácil con su carne”. Irónicamente, sí que es cierto, es más fácil abonar a que el orden social en el que vivimos no sea cuestionado si los cuerpos entregados, vejados, violentados son de los jóvenes que no sirven para este sistema. Y tampoco hay nada más irreparable que la carne dañada, perdida… muerta… inerte.

Decidí irme a parar afuera de este lugar como un homenaje a quienes ya no están, incluyéndome a mí cuando tenía 20 años. La chica que estudiaba ahí y que nunca supo cómo enunciar lo que experimentaba ha dado paso a esta que hoy puede poner el cuerpo y decir basta. Al fin he roto un silencio, el espacio que ocupaba esos sonidos reprimidos ahora es habitado por una voz que estalla en todas direcciones. 

 

Fotos y video: Alberto Nava

Maira Colín

Maira Colín

Escritora

CDMX, 1978. Ganó el XVIII Concurso Literario de Prosa y Poesía Timón de Oro en 2004, el Premio Nacional de Ensayo Político José Revueltas 2014, el Premio Nacional de Poesía Bartolomé Delgado de León 2017, la Convocatoria Nacional de Dramaturgia Historias del té 2019 de la Compañía Nacional de Teatro, el Premio Nacional de Poesía Juegos Florales del Carnaval La Paz, Fiesta de los Dioses, 2020 y la mención honorífica del XIV Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen, 2020. Ha publicado el libro de cuentos Atrapados en la red (Selector, 2010), el libro infantil El misterios de los animales (Matrushka, 2011), la novela Salida de emergencia (La Cifra Editorial, 2016) y el libro de poesía Mentí cuando te dije que seríamos felices para siempre (Bonobos Editores, 2018). Ha participado en más de una docena de antologías de cuento y ensayo en México y Estados Unidos. Fue becaria del Fondo para la Cultura y las Artes (FONCA) en el género de novela 2011-2012. Es candidata a obtener el doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. Exitamita.