La semana pasada nos atravesó la noticia de una atrocidad dirigida a una mujer habitante de calle: un joven quiso abusar de ella y cuando ella se resistió, procedió a rociarla con el solvente que ella misma traía para consumir activo.

En redes sociales se compartió la noticia con muestras de enojo, acompañadas de la ya conocida consigna “nos están matando.” Me parece que esto es un error. Aplicar la perspectiva de género de forma correcta es entender cómo la variable de género genera violencias específicas para mujeres, hombres precarizados y disidencias sexuales en un mundo estratificado desde el sexismo institucionalizado a.k.a “el patriarcado.” Por ejemplo, una compañera víctima de violencia física y sexual intentando hacer valer una orden de restricción sin un domicilio donde se le pueda garantizar esa protección.

Sin embargo, señalar este crimen como una muestra del problema de misoginia en el país, debe ir de la mano con perspectivas que consideren todas las dimensiones de la persona. En este caso en específico la dimensión más importante es que estaba en situación de calle y vivía en pobreza extrema. La quema de personas habitantes de calle es una práctica regular documentada en todo el país. Demasiados años han pasado sin que se declare una crisis de seguridad por crímenes de odio a un grupo de atención prioritaria sometido a la exclusión y el racismo.

Desde mi feminismo he reflexionado cómo el afirmar sin más que “nos están matando” es apropiativo, pues en términos estadísticos a quienes matan son a las compañeras racializadas, precarizadas, a quienes habitan las periferias geográficas y emocionales de este sistema capitalista promotor de la muerte.

¿Qué podemos hacer?

  1. Transferencias directas de efectivo

Las personas que habitan calle necesitan dinero, dejemos de llevarles ropa y objetos con ideas subjetivas de lo que ellxs pueden llegar a necesitar. También he escuchado que les dan cosas con la idea de que ellxs recuperen dinero “vendiéndo.”

Primero, la movilidad es un problema para ellxs. Dadas las redadas y la limpieza social, que promueven las elites e implementa el Estado, muchas veces tienen que desplazarse de manera rápida. No pueden cargar tu despensa y no tienen dónde guardar las cosas del changarro imaginario que te imaginas puede gestionar desde su posición de extrema pobreza.

La escucha activa es crucial a la hora de redistribuir recursos. Las personas en situación de calle son una población muy diversa que coincide en una cosa: la resiliencia. Mas allá de eso, sus necesidades son muy variadas en términos de objetivos, necesidades y estado de salud. La persona que buscas apoyar sabe mejor lo que necesita que tú. Siempre.

  1. Desestigmatizar el uso de sustancias con perspectiva de clase

El consumo recreativo de cannabis ya es reconocido por el Tribunal Supremo como un derecho al libre desarrollo de la personalidad y desde muchos activismos se espera que ese derecho se expanda a otras sustancias psicoactivas. Drogarse por recreación es algo que hemos hecho como comunidad humana desde que hay registro histórico y, sin embargo, hay un factor que hace que lo que es recreación para unxs, sea sentencia de muerte para otrxs. Este factor es el nivel de ingreso.

El consumo de sustancias atraviesa todas las clases sociales, pero solo algunos pueden acceder a esa experiencia de forma segura. Negarte a ofrecer ayuda en transferencias directas a las personas que habitan calle porque “van a gastárselo en drogas” es condescendencia clasista. La adicción es un fenómeno muy complejo, pero lo que no es complejo, es el hecho de que a las personas que somos adictas también nos da hambre, también necesitamos vestir y merecemos existir. Esto no excluye a les habitantes de calle, la única diferencia es que las sustancias a las que tienen acceso son de mucha peor calidad lo que las vuelve más peligrosas y dañinas.

Además, constantemente  se realizan redadas en barrios de la ciudad que concentran poblaciones de personas excluidas habitantes de calle quienes, víctimas de la violencia policiaca, terminan por ser criminalizadxs y llevadxs al reclusorio. El proceso de judicialización limita  todavía más sus posibilidades de acceder a su derecho a la reinserción. Tus narrativas condescendientes “anti drogas” alimentan estas políticas punitivas y clasistas.

Y mas allá de todo…

¿Por qué importan más lxs sentimientos de lxs privilegiadxs que las necesidades vitales de las personas precarizadas?

  1. Baños públicos o sanitarios móviles

No tener un lugar donde ir a orinar, excretar y menstruar es un problema que le genera mucho estrés y espacio mental a las personas en situación de calle (como a cualquier persona viva). No tener acceso a algo tan básico es una violación a su dignidad humana y les vulnera frente a la sociedad higienista que les rechaza todavía más y frente a la policía que les arresta por este motivo.

En 2020 Inegi realizó el primer censo de personas sin hogar. Se estima que son 14 millones de mexicanxs. Son muchos más después de la pandemia y la crisis en la que todavía estamos inmersxs. Existen y resisten.

https://www.milenio.com/politica/comunidad/inegi-cuenta-por-primera-vez-a-las-personas-sin-techo

Proyecto recomendado:

https://www.mivaledor.com/

 

Foto: @Baalzabut

Bitchplainer

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Dealer de fantasías

La conciencia crítica de la sociedad será antipatriarcal y antiracista o no será. 

Mujer zorrora (She/Goddess)