Si entendemos como “subversión” a todo aquello que se propone o que tiene la capacidad de perturbar un orden establecido, sea de índole política, social o moral, he encontrado más de eso en la música de King Crimson que en cualquier libro, movimiento, partido o eslogan. Y al contrario de cualquier otro llamado político, no se trata de un mensaje o ideología, sino de las posibilidades que se abren al escuchar a la banda.
Esa fascinación viene desde que escuché 21 First Century Schizoid Man de su primer disco, que salió hace 50 años: para mí era el punto de encuentro entre blues, jazz y rock pesado; y ni se diga de la canción que le da título al álbum, In the Court of the Crimson King, donde imaginaba en el coro a una verdadera corte obscura y surreal cantando canciones de cuna en un lenguaje antiguo. Por esos días que descubrí a la banda, en 1996, vino por primera vez a México y los he ido a ver cada vez que regresan.
Entre más escuchaba me parecía más disruptiva y fascinante su música, desde los tritonos de Red, acordes que en la edad media estaban prohibidos por considerarse satánicos, pasando por el asalto de Vroom o incluso, conforme pude apreciar más, la complejidad de Fracture o los juegos de contrapuntos de la alineación de los 80, donde los instrumentos se entretejían como un interminable tapiz celta. A cada nueva epifanía me viene a la mente la palabra “demoniaco”, en la definición que alguna vez dio Goethe. Incluso las más recientes remasterizaciones de sus discos han arrojado detalles que antes pasaban desapercibidos.
Hace unos días, cuando fui a verlos al Metropolitan, me encontré no solo con la banda, sino algo todavía superior: sostuve una audiencia con la Música así, como nombre propio. Los miembros del grupo pasaban al segundo plano para mostrar canciones que, sin importar que hubiesen pasado décadas de haber sido compuestas, estaban vivas, renovadas e igual de peligrosas que la primera vez que las escuché. Era tal la fuerza que en la segunda parte del concierto estaba conmovido hasta las lágrimas.
Más allá de las letras, para mí la subversión se encuentra en las composiciones y la forma de trabajo de la banda, bajo la visión del guitarrista Robert Fripp. Quien lea sus escritos puede encontrar a una persona que no solo tiene una idea clara de lo que desea alcanzar musicalmente, sino que planea en términos de ciclos que abarcan varios años cada uno. No solo eso, su pensamiento es tan claro que incluso sus textos y aforismos me han servido para moldear la forma en que analizo la política.
Su pensamiento forma parte de un entorno intelectual y creativo, donde conviven ideas de compositores como John Cage, conceptualistas de la talla de Brian Eno, que merecerá en algún momento un texto aparte, pensadores como el politólogo Alvin Toffler y figuras como George Gurdijeff. Para Fripp, la música no es algo que concluya, sino que puede ser reinventado. Por ejemplo, ha editado canciones ya grabadas para quitar o poner a músicos, o incluso entablar diálogos entre diversos intérpretes, como hace en las box set que se venden para cada gira. El objetivo: mostrar el diálogo existente a lo largo de la historia de la banda.
Lejos de hablar sobre un programa político determinado, a Fripp le interesan las estructuras y métodos de trabajo para impulsar o detener cambios en la sociedad. Quiero compartir dos citas de un texto que comparte en su álbum solista de 1981, Let the Power Fall:
My belief is that all political activity directed towards changing the means of working, is ineffective without a change in our way of working, and that this is essentially personal. If we change our way of doing things, structural change necessarily follows. If we wish for this personal change we need discipline, and the only effective discipline is self-discipline. External discipline, ie; control, the normal direction of authoritarian agencies, generates an at least equal reaction. Control efficiency, multiplied by technology and directed to externals, can only breed de-control at an increasing rate. This is not necessary and even less is it inevitable, and the movement away from this trend must be gradual and initially personal. But music is a very considerable friend to us at ackward moments.
La segunda cita, que habla sobre métodos de trabajo y estructuras:
I
i) 1. One can work within any structure.
ii) 2. Once one can work within any structure, some structures are more efficient than others.
iii) 3. There is no structure which is universally appropriate.
iv) 4. Commitment to an aim within an inappropriate structure will give rise to the creation of an inaproppriate structure.
v) 5. Apathy, ie passive commitment, within an appropriate structure will effect its collapse.
vi) 6. Dogmatic attachment to the supposed merits of a particular structure hinders the search for an appropriate structure.
vii) 7. There will be difficulty defining the appropriate structure because it will always be mobile, ie in process.
II
i) 8. There should be no difficulty in defining aim.
ii) 9. The appropriate structure will recognise structures outside itself.
iii) 10. The appropriate structure can work within any large structure.
iv) 11. Once the appropriate structure can work within any large structure, some larger structures are more efficient than others.
v) 12. There is no larger structure which is universally appropriate.
vi) 13. Commitment to an aim by an appropriate structure within a larger, inappropriate structure woill give rise to a large, appropriate structure.
vii) 14. The quantitative structure is affected by qualitative action.
III
i) 15. Qualitative action is not bound by number.
ii) 16. Any small unit committed to qualitative action can affect radical change on a scale outside its quantitative measure.
iii) 17. Quantitative action works by violence and breeds reaction.
iv) 18. Qualitative action works by example and invites reciprocation.
ix) 19. Reciprocation between independent structures is a framework of interacting units which is itself a structure.
x) 20. Any appropriate structure of interacting units can work within any other structure of interacting units.
xi) 21. Once this is so, some structures of interacting units are more efficient than others.
A partir de ese texto, Fripp reformó a King Crimson en 1981, pensando en una banda formada de “pequeñas unidades inteligentes”, que hace eco de ideas desarrolladas por Alvin Toffler en libros como La tercera ola y El cambio de poder: personas con la capacidad de improvisar e interactuar con flexibilidad al estilo de grupos de jazz, en vez de orquestas complejas que están sujetas a la habilidad de un director.
Al terminar el ciclo de esa alineación, en 1984, Fripp reformó a King Crimson en 1995 como un “doble trío”: dos secciones rítmicas y dos guitarristas interactuando. De ahí “fractalizó” a la banda, organizando pequeñas agrupaciones con los seis integrantes basadas en improvisaciones; llevando a la forma que tuvo de 2000 a 2003 como un “doble dúo”.
Aunque entre 2004 y 2008 hubo varios intentos por volver a juntar a King Crimson, a partir de 2014 pensó en otro esquema complejo: tres bateristas, un bajista, dos guitarristas y un saxofonista, que re interpretarían todo el repertorio de la banda desde 1969. Uno de sus principios organizacionales: toda la música es nueva, independientemente de cuándo se hubiera compuesto. El resultado fue lo que me conmovió.
A manera de cierre, otra reflexión de Fripp sobre si la música tiene la capacidad de cambiar al mundo, tomada del cuadernillo de la compilación Meltdown, que incluye grabaciones de la vez anterior que King Crimson vino a México en 2017:
Where I be asked the question, my answer/s would be…
1. That the question is asked, suggests to me that the world has already been changed by music.
2. Yes, but music doesn’t act like a lobotomy. There are subtleties involved.
3. Music speaks directly to us, acts directly on us, if we are available. So let’s not concern ourselves with subtlety! Jump in with open ears, open eyes, open hearts.
4. Explaining how and why this is, and might be, can get complicated. The good news is, being touched by Music is simple. It is experimental.
5. The act of music is the Music.
Así que, dejando a un lado tanto análisis, busquen algo de King Crimson. Escúchenlo intencionalmente y respiren el dulce e incómodo aire de la subversión.
Texto de Fernando Dworak publicado en https://fernandodworak.com/
Fotos: @balzabut
Fernando Dworak
Politólogo
Analista y consultor político. Experto en temas legislativos.