Este texto es parte de una conferencia en el marco del

CONGRESO INTERNACIONAL: IDENTIDADES POLÍTICAS, MÚSICA SOCIAL DE PROTESTA Y DERECHOS HUMANOS

11 de octubre, 2021

Querétaro, México

 

¡Moda foca! 

Así se llamaba nuestra marca de ropa, un tributo a las focas caídas en nombre de la moda durante esas masacres anuales que tenían (y siguen teniendo) lugar en territorio candiense, ¿recuerdan?: miles de focas eran apaleadas a muerte durante varios meses. Así se llamaba también el sitio web en el que un grupo de amigos, estudiantes de ciencia política, escribíamos relatos breves y crónicas de nuestras vidas en ciudades occidentales a principios del milenio, para señalar en dirección de lo que en nuestros cursos de teoría política llamábamos el fenómeno teológico político. 

En modafoca.com nuestro objetivo era hablar de política, de lo político, de manera que nuestros amigos o familiares no sucumbieran al aburrimiento o siguieran pensando que la política es una actividad que alcanza sus momentos más emblemáticos, en las taxonomías de las formas de gobierno, en las elecciones, las campañas electorales o la propaganda y el marketing político; o en su oscuro lado B: cuando pensamos en la política en términos de su deuda con la justicia, en las violaciones crónicas o instrumentales a los derechos humanos. 

Los Vudúcratas® nacieron hace más de quince años como parte de ese proyecto, una marca de ropa de protesta y una página web que buscaba crear conversaciones sobre lo que significa vivir juntos en ciudades, lo que significa la amistad y lo que implica compartir una visión más o menos común de lo que llamamos realidad. Estos eran tiempos en los que no existían las redes sociales aún, así que utilizábamos el correo electrónico para notificar a nuestros amigos y amigos de amigos, sobre nuestras más recientes publicaciones. Desde su origen el proyecto buscaba también establecer un parecido entre la democracia moderna y el pensamiento religioso, plantear a la democracia liberal como un marco simbólico o sistema de pensamiento y, también, preguntar abiertamente si creíamos en la democracia y lo que esto significaba.

Los Vudúcratas® fueron desde su nacimiento un proyecto Punk, en el sentido del espíritu «hazlo tú mismo» y del fanzine como vehículo de comunicación que caracterizaba a este movimiento contra cultural; así como un tributo y un ejercicio Pop de filosofía política clásica, un homenaje al sentido original del Vudú como una religión y un humanismo del valiente, ahora diríamos también resiliente, pueblo haitiano; y sobre todo una provocación lúdica, a practicar el pensamiento crítico y el satanismo intelectual, nutrida lo mismo de intuiciones de la filosofía política de Claude Lefort y de Leo Strauss, que del trabajo de Wilhelm Reich y Rupert Sheldrake.

Es cierto, en el año 2005 los Vudúcratas® se veían como «muñecos vudús» de los candidatos a la presidencia de la República y de la llamada pareja presidencial. Pero eso se debe justamente a los prejuicios, atavismos y falta de pensamiento crítico que el proyecto buscaba sustituir con un ejercicio dialogal y lúdico. Nosotros nos referíamos a ellos como vórtices multidimensionales y herramientas metapolíticas didácticas. Fue nuestra manera de sugerir que toda buena conversación de carácter teológico político, debería incluir estas características: permitir una reflexión en varias dimensiones y aportar herramientas para cuestionar los límites de las disciplinas analíticas y de las tradiciones discursivas y académicas. Se trataba de tomar en serio al juego y al humor, como vías legítimas para el conocimiento y la crítica.

No es vudú, es acupuntura a distancia.

Reforma viernes 2 de diciembre de 2005.

Le hacen «trabajitos» a Políticos.

Si quiere que su candidato o político preferido ya no sea corrupto, cobarde o deshonesto, hágale acupuntura a distancia. Para ello debe formar parte de la transición a la vuducracia. Muñecos con dibujos de las caras de Vicente Fox, Andrés Manuel López Obrador, Roberto Madrazo, Santiago Creel y Martha Shagún son pinchados para mejorarlos. Así, usted puede pinchar el entrecejo de López Obrador, Madrazo o Fox para que tengan visión de estadista; el ojo derecho, para que sean transparentes; el izquierdo, para hacerlos previsivos, y el corazón, para que sean honestos. Un alfiler clavado en la mano derecha será para la prudencia; en la izquierda, para la templanza, y en la entrepierna, para el valor. No es brujería, afirma Alberto Nava, creador de la vuducracia. «Acupuntura a distancia», justifica.

En diciembre de 2005 las cosas no eran sustancialmente diferentes que casi veinte años después: prevalecía una polarización del espectro ideológico y una discusión pública en términos binarios y sobre-simplificados. El descrédito de la clase política, la corrupción y la impunidad no habían alcanzado, sin embargo, los niveles de frivolidad que se alcanzaron con el regreso del príismo a la presidencia, en el sexenio peñanietista.

Cuando los Vudúcratas® crecieron y dejaron atrás el proyecto que los ideó como una forma de autofinanciamiento de un sitio web y un experimento de masa crítica, habían recibido la atención no solo de esa primera plana de Reforma, sino también reportajes en las revistas Expansión, Quién, el entonces semanario Emeequis, el periódico La Jornada, así como reportajes de Denise Merker, canal Once y canal 22. Poco tiempo después también se convirtieron en notas de las agencias internacionales Reuters y Associated Press, lo que hizo que los Vudúcratas® tuvieran sus cinco minutos de fama internacional.

No solo su apariencia si no también el hecho de que los primeros muñecos estuvieran rellenos de semilla de sorgo, provocó en más de una persona un miedo justificado, cuando en algunos Vudúcratas® nacieron gorgojos, que rompían la tela para surgir al exterior en un evento que debo confesar, no estuvo planeado.

La edición 2012 contó con un mayor número de personajes y con una extensión del proyecto que incluía, la primera versión del sitio web vuducratas.com, una app móvil y cápsulas animadas.

El vudú es amor, un amor solidario y liberador.

Debido a que los Vudúcratas® son un intento de resignificación de la racista y colonialista distorsión histórica de la religión Vudú, creo que es necesario y justo traer a la conversación aquello que nos inspiró a usar la imagen de los «muñecos vudús» como una forma de señalar la estrecha relación entre las instituciones democráticas y el pensamiento religioso, así como recordar que uno de los ejercicios de poder más contundentes es aquel por medio del cual se logra hacer prevalecer una explicación, un relato o una descripción de la realidad.

Hace más de 200 años, los Lwa, los invisibles, los espíritus del vudú, inspiraron y guiaron la revolución de independencia de Haití, contra los colonizadores franceses y, de esta forma, Haití se convirtió en la segunda nación independiente en América después de Estados Unidos y la primera en abolir la esclavitud.

En palabras de Claudine Michel, Directora del Center of Black Studies de  la University of California, Santa Bárbara, quien se plantea la pregunta:

«¿Qué don posee entonces ese pueblo indomable que continúa, contra viento y marea, en la búsqueda de luz y de bienestar para todos sus hijos e hijas, indefectiblemente unidos? Una religión ancestral, surgida del Alma Mater, de África desollada, explotada pero siempre viva en el corazón de todo haitiano.

Nacido en África, de origen dahomeyano, el Vudú llegó con los esclavos, quienes recrearon su religión africana en la colonia francesa de Santo Domingo. A pesar del gran número de africanos que morían en masa durante la travesía como consecuencia de la desnutrición, la disentería, el escorbuto u otras enfermedades, a pesar del tratamiento increíblemente inhumano que recibieron en Santo Domingo, la población negra llegó a mantener sus lazos culturales con África. Los buques que trajeron a los esclavos a la nueva colonia sólo tenían para los colonos, el interés de la simple mercancía, no obstante los esclavos trajeron con ellos mucho más a América: un pueblo nuevo y una riqueza cultural que predomina aún hoy en las sociedades antillanas. Catequizados por la fuerza, perdieron sus nombres africanos que fueron reemplazados por los de los santos o los de los colonos, sin embargo, los esclavos conservaron en su fuero íntimo sus nombres y el recuerdo de sus antepasados divinizados.

[…] Durante los 150 años de explotación vergonzosa de la colonia de Santo Domingo, el Vudú fue el cimento que impidió al negro de las plantaciones morir de dolor, de privaciones y de pena. Fue el Vudú quien impulsó a los cimarrones [esclavos que huían] a alcanzar las montañas y los preservó. Fue esa misma religión la que impulsó el comienzo de la guerra de la Independencia, el 22 de agosto de 1791, fue finalmente ella quien ayudó a la joven nación a salir del limbo del ostracismo que le aplicó el mundo occidental que nunca admitió que un puñado de negros incultos, que no disponían de armas sofisticadas, hayan podido vencer, en una epopeya de trece años, a los ejércitos de Napoleón por entonces invencibles.

Haití pagó muy caro el honor de ser un modelo para los pueblos sometidos de América, para les negros de Estados Unidos, como para los venezolanos de Bolívar y de Miranda, por no citar más que éstos. Esta nación tan orgullosa, que baila sus desgracias con movimientos rítmicos sofisticados y armoniosos o los expresa en frescos coloridos sobre sus muros o sobre sus telas, no puede en absoluto transformarse en el chivo emisario del Caribe ni tampoco en el pueblo ázimo que sus eternos detractores han querido hacer de él.

[…] El Vudú haitiano no es sólo una religión recreada por los esclavos africanos en la colonia francesa de Santo Domingo, es por el contrario un Humanismo, un conjunto de tradiciones culturales que constituyen el cimiento que une al pueblo haitiano en los momentos de crisis y lo salva de la desesperanza. Gracias al Vudú, ciertos valores morales que se pierden en otros pueblos considerados «avanzados y civilizados» se encuentran todavía ligados a una red que condiciona todos los actos de la vida cotidiana de los haitianos de cualquier clase social a la que pertenezcan.

El Vudú busca y quiere lo mejor para cada cual, la paz y la unión para todos sus adeptos. Discreto en sus manifestaciones y en su cotidianidad, el Vudú no es una religión violenta, agresiva o dominante. Tampoco incita a ningún proselitismo activo ni se propone reclutar por la fuerza a nuevos adeptos y hace buenas migas con los otros cultos católico, ortodoxo o protestante reformado.

[…] Los puntos claves de la filosofía vudú y los principios directores de vida más importantes en la población haitiana: (1) Respeto y veneración al Grand Mét, al Bondye, árbitro supremo de nuestro destino; (2) Respeto, honor, servicio fiel a los Lwa, protectores del individuo, del grupo y de la comunidad; (3) Respeto a los Muertos; (4) Respeto, honra, obediencia y asistencia a los ancianos, a los patriarcas y matriarcas de la familia y de la comunidad; (5) Generosidad y buena convivencia con los próximos así como con los extranjeros; (6) Solidaridad y ayuda fiel en todos los niveles de parentesco y de amistad, así como también generosidad en el ámbito de la comunidad global.»

En palabras de Millery Polyné, profesor haitiano-estadounidense de la Escuela Gallatin de la Universidad de Nueva York y Elizabeth McAlister, profesora de religión y estudios afroamericanos en la Universidad Wesleyan:

«Históricamente, el vudú ha sido una religión emancipadora a la que recurrían los esclavos cuando eran maltratados brutalmente.

Por esa razón, los franceses dueños de esclavos consideraban al vudú como una amenaza y por eso también ha sido groseramente distorsionado por colonialistas blancos y políticos haitianos, así como por líderes espirituales.

[…] Los dueños de esclavos en toda América, aterrados, reaccionaron reprimiendo con mucha más fuerza todas las prácticas religiosas inspiradas en África. Hicieron circular historias que vinculaban a la religión con sangre y violencia, imágenes que perduran hasta hoy.

Las imágenes exóticas y negativas sobre el vudú reaparecieron cuando Estados Unidos expandió su influencia en el Caribe, durante el siglo XX. Estados Unidos ocupó Haití y otros siete países caribeños entre 1898 y 1934. Los estadounidenses tenían en la mira a Haití para desarrollo industrial y tecnológico y como lugar para explotar mano de obra.

Las representaciones distorsionadas del vudú se volvieron un arma política para apoyar el control de Estados Unidos. Durante la ocupación de EE.UU., los practicantes del vudú fueron retratados como caníbales y fieles del demonio, y fueron relacionados con los ciudadanos más pobres de Haití, que resistían la invasión extranjera.

El teniente de Estados Unidos Faustin Wirkus llegó tan lejos, que hasta se nombró como gobernador de una pequeña isla. En sus memorias de 1931, The White King of La Gonave, Wirkus escribe: “Tenemos órdenes desde el cuartel general… de hacer un informe que nos lleve a tomar medidas punitivas penales contra todos los sacerdotes y sacerdotisas del vudú”.

“El culto del vudú es el vehículo de la magia negra, la blasfemia y la traición a Haití”.

Con el paso de los años, los estadounidenses destruyeron sistemáticamente los templos del vudú, los tambores sagrados y los altares, y reprimieron de manera violenta a los antiimperalistas haitianos.

Una letanía de libros y películas creados durante la ocupación de Estados Unidos dibujaron imágenes racistas de haitianos y del vudú, que todavía orientan nuestras percepciones sobre Haití y la manera en que tratamos a ese país.

Películas como White Zombie (1932) y I Walked With a Zombie (1943) tomaron la realidad de la mano de obra explotada en el Caribe y fabricaron una figura mítica que hoy sigue estando en el centro del género del horror en el cine.

Recientemente, algunos evangélicos cristianos han vuelto a vender la idea de que los espíritus del vudú son demonios que trabajan para el diablo.

Para los evangélicos, la razón por la que Haití ha sufrido una larga historia de inestabilidad política y pobreza económica es porque el diablo tiene poseído a ese país. Los evangélicos quieren convertir a todos los haitianos en protestantes.

Cuando Pat Robertson afirmó de manera indignante que el terremoto del 2010 ocurrió porque los haitianos habían hecho “un pacto con el diablo”, durante la ceremonia de Bois Caïman en 1791, solo estaba repitiendo como un loro ideas que ya estaban en circulación.

Al relacionar al vudú típicamente inspirado en África directamente con el diablo, Robertson y otros evangélicos han construido una teología que es racista e intolerante.

Los practicantes del vudú no ven a los espíritus de su familia como demonios. Para ellos, esa reformulación de la religión haitiana como algo diabólico es una jugada peligrosa que alimenta el conflicto y los más oscuros y reales problemas de Haití: la explotación por parte de poderes extranjeros, la corrupción política, el colapso de la agricultura, la escasez de médicos y la constante representación del vudú haitiano como algo siniestro». Termina la cita.

En palabras, de nuevo, de Claudine Michel:

«El Vudú no tiene en su pasivo ni una Saint-Barthélemy, ni Albigenses, ni un Holocausto. Tampoco generó ni un Torquemada, ni un Simon de Montfort. Jamás participó en algún genocidio como el que se llevó a cabo en América de manos de los españoles o el que realizó en el Congo, el Rey Leopoldo de Bélgica, a fines del siglo pasado. Nunca conoció las torturas de la Inquisición, las hogueras de las guerras de religión, los actos de fe, ni Auschwitz, ni Hiroshima, ni los suicidios colectivos de Guayana y todavía menos los incendios de Waco, Texas. Toda esa clase de manifestaciones de fanatismo religioso y político, de locura destructora de pueblos considerados beneficiarios de la «verdadera religión»o «verdadera civilización».

Perseguido, acosado, calumniado, el Vudú sin embargo nunca ha perseguido, acosado o calumniado a nadie. Su mensaje es un mensaje humanista destinado a ayudar a hombres y mujeres a vivir mejor con su prójimo, a soportar con coraje las vicisitudes de la existencia, a buscar (aquí en la tierra y no en un hipotético paraíso) si no la felicidad, al menos el ser mejores para con sus adeptos y aún para con sus perseguidores. Esta religión enseña el perdón de las ofensas, el olvido de las injurias, el amor al prójimo, la solidaridad, la ayuda mutua, pasando por alto otros aspectos. El pueblo haitiano ha sufrido y sufre aún la incomprensión internacional al igual que la incuria de sus sucesivos dirigentes. Sus sufrimientos habrían podido transformar a este pueblo en personas llenas de odio y poco hospitalarias. Sus reivindicaciones más justas son moderadas por el sentimiento que el más allá, o en otro sentido, en el plano terrenal, Nan Ginen, los invisibles velan sobre nuestro destino y que ellos no proclaman ni la violencia, ni la venganza, ni el odio, sino, al contrario, el amor y la tolerancia.

Sí, el Vudú haitiano es un humanismo. Su filosofía tiene gran porte moral y social. Catalizador de la Independencia haitiana, inspirador de un modo de vida típicamente haitiana, fuente de las más nobles virtudes y de las más altas cualidades humanas, es imagen, reflejo y cimiento de una sociedad nacida de un gran soplo de libertad. La religión haitiana es también una fuente inagotable de todas las formas de un arte original y dinámico en perpetuo cambio y por sobre todo de compromiso. Por consiguiente, el Vudú continúa actualmente influyendo e iluminando la existencia de seis millones de seres humanos para quienes significa por igual razón, vida y semilla de esperanza. Aunque más no sea por estas únicas razones, merece si no apoyo al menos el respeto de todos.

Recurriendo al Vudú, los haitianos reencontrarán su unión y su alma, esa alma que Occidente ha intentado vanamente robarles, pero que los espíritus tutelares de Lafrik Ginen les han permitido conservar en el interior de un inmenso govi, el alma de Haití por fin plena y feliz, dentro de la gran fraternidad humana.» Termina la cita.

Recordar el papel que jugó el Vudú en la independencia del pueblo de Haití y los esfuerzos de las potencias colonizadoras y sus instituciones religiosas por acabar con esta religión, es una buena forma de apuntar en la dirección en la que el proyecto de Vudúcratas® quiere continuar creando conversaciones.

¿En qué creemos cuando creemos vivir en una democracia liberal moderna? Parte I

¿En qué creemos cuando creemos vivir en una democracia liberal moderna? Parte II

BAALZABUT

BAALZABUT

Deconstructor General

Expolitólogo, exterapeuta psicocorporal transpersonal, expublicista. Tiene una fijación con la filosofía política y las metafísicas no dualistas. Creó los Vudúcratas hace 15 años para ayudar a la clase política por medio de la acupuntura a distancia.